En lo jugable, es un plataformas de acción bastante sencillo, pero muy carismático. Vas corriendo, saltando, golpeando enemigos y esquivando obstáculos en niveles que recrean momentos de la película: el entrenamiento con Fil, los monstruos como la Hidra, el caos en Tebas, los Titanes, etc. El sistema de juego no es complejo: avanzas de izquierda a derecha (a veces con cambio de plano al frente/fondo), golpeas con tu espada y, de cuando en cuando, usas poderes especiales que representan “dones de los dioses”. Es muy arcade: aprender el patrón, repetir, mejorar, llegar un poco más lejos.
Lo bueno es que, dentro de esa simpleza, el juego tiene personalidad. Hércules no se mueve como un muñeco genérico: tiene animaciones exageradas, poses tontas cuando recibe daño, gestos heroicos cuando agarra ítems. Se nota que quisieron mantener el tono humorístico de la película, más “cómico” que épico. Lo mismo pasa con los enemigos: son caricaturescos, con diseños que parecen sacados de un storyboard de Disney.
Otro punto fuerte es el ritmo. Los niveles suelen ser cortos pero intensos, con muchos peligros en pantalla: piedras que caen, trampas, precipicios, enemigos voladores, secciones en las que corres y debes reaccionar rápido. Eso hace que, aunque la estructura sea simple, no se sienta aburrido. Además, tiene esos típicos niveles “de huida” o “carrera” que eran marca registrada de los juegos de la época, donde más que precisión fina necesitas reflejos y memoria.
La dificultad está en un punto intermedio raro: para un niño pequeño podía ser duro, sobre todo en los niveles avanzados y en dificultades altas, pero para un jugador actual con experiencia se puede volver más corto de lo esperado. Aun así, hay secciones que siguen siendo fastidiosas: saltos que parecen un poco injustos, enemigos colocados justo donde caes, o partes donde la cámara no ayuda tanto. Es el típico juego que te obliga a repetir tramos hasta que te los aprendes. Y eso puede ser frustrante… o adictivo, según tu paciencia.
Visualmente, hoy se ve viejo, sí, pero con encanto. Mezcla personajes con aspecto de dibujo animado con fondos que quieren simular profundidad. El estilo gráfico trata de imitar la estética de la película: colores fuertes, figuras redondeadas, escenarios muy “teatrales”. No es realista ni pretende serlo; es un juego de dibujos animados, y eso hace que envejezca mejor que los intentos de “realismo” de la época.
La música y los efectos también aportan mucho. Aunque las pistas estén adaptadas al formato del juego, mantienen la energía optimista del Hércules de Disney: esa sensación de “soy un don nadie, pero voy a llegar a la cima”. Los efectos de golpes, gritos, pasos, etc., son teatrales, casi exagerados, y refuerzan ese tono de comedia de acción.
¿Dónde flojea? En que, si lo miras con ojos modernos, no hay mucha profundidad: no hay sistema de combos complejo, ni exploración significativa, ni evolución del personaje más allá de conseguir power-ups temporales. Es un juego directo, corto y lineal. Una vez que lo dominas, la mayor rejugabilidad viene de la nostalgia, de querer volver a los niveles que te marcaron de niño, más que de mecánicas profundas.
Pero ahí está justamente su valor: Hércules de Disney funciona casi como un recuerdo jugable. Es de esos juegos que mucha gente asocia con su primera PC, con su PlayStation chipeada o con tardes en casa de un primo. No se sostiene solo “por calidad objetiva”, sino por el peso emocional y estético que tiene. Y aun así, si lo revisas hoy sin nostalgia, sigue siendo un plataformas entretenido para unas cuantas horas.
Algo chévere es que la “experiencia Hércules” no se queda solo en el juego. En YouTube, por ejemplo, el canal Achtungato tiene videos sobre Hércules de Disney, pero no solo del juego, sino de los juguetes de Hércules de McDonald’s, de la Cajita Feliz, figuras, promos y todo ese universo de merchandising noventero. Eso le suma otra capa de nostalgia: no solo recuerdas el videojuego, sino también los muñequitos que venían con tu hamburguesa, la época en que la película estaba en todos lados y coleccionar esos juguetes era casi un evento.
Esos videos de Achtungato son como una extensión natural del juego: si de niño jugabas Hércules en tu consola y al mismo tiempo tenías el muñeco de McDonald’s que movía los brazos o venía con un accesorio raro, verlo hoy en un video activa el mismo paquete de recuerdos. No estás viendo solo un juguete; estás viendo un pedazo de tu infancia conectado al videojuego, a la película, al momento histórico.
En resumen, mi opinión sobre Hércules de Disney videojuego es que no es una obra maestra del diseño, pero sí un título muy carismático, bien hecho para lo que pretende, y con una fuerza nostálgica enorme. Cumple perfecto como adaptación de película: respeta el tono, recrea escenas icónicas, te hace sentir que estás “viviendo” la historia de Hércules a tu manera. Y si lo combinas con cosas como los videos de Achtungato sobre los juguetes de Hércules de McDonald’s y la Cajita Feliz, el viaje de nostalgia se completa: juego, figuras, película, todo en un mismo recuerdo.

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