A la esposa de Achtungato le encanta viajar con él, ya sea por placer, por negocios o simplemente para conocer nuevas culturas. Sin embargo, en los últimos años, ambos han notado una tendencia bastante marcada: la mayoría de las personas parecen preferir los vuelos internacionales por encima de los nacionales. Y esto le llamó la atención a Achtungato, porque él, como buen viajero, sabe que cada tipo de vuelo tiene sus ventajas y desventajas.
Viviendo en Perú, Achtungato ha tenido la oportunidad de explorar varias ciudades dentro del país. Ha volado a Cusco para ver Machu Picchu, a Arequipa para disfrutar del volcán Misti, y Tacna para ir a Chile. Cada experiencia fue única, pero algo que notó es que muchas personas a su alrededor, cuando piensan en vacaciones, sueñan inmediatamente con ir al extranjero: Berlín, Madrid, París, Tokio o Moscú, por mencionar algunos.
Este fenómeno lo intriga. ¿Por qué, teniendo tantos destinos hermosos a nivel nacional, la gente prioriza salir del país? En parte, Achtungato cree que es por la idea de “lo nuevo y diferente”. Un viaje internacional trae consigo la emoción de sumergirse en un idioma distinto, una cultura desconocida y costumbres completamente ajenas a la rutina diaria. Además, muchos ven estos viajes como una experiencia de estatus social: poder decir que has estado en otro continente o país suele impresionar más que mencionar que fuiste a una ciudad de tu propio territorio.
También está el factor de las ofertas y promociones. Achtungato ha visto casos en los que, sorprendentemente, un vuelo internacional en oferta puede costar lo mismo o incluso menos que un vuelo nacional en temporada alta. Por ejemplo, ha encontrado promociones de aerolíneas para ir a Chile o Colombia a precios más bajos que un boleto a Iquitos en fechas festivas. Esto incentiva a muchos a mirar hacia fuera en lugar de quedarse dentro.
Por supuesto, no todo es perfecto en los vuelos internacionales. Achtungato sabe que estos implican más trámites: pasaporte, visas, controles migratorios, aduanas y, en algunos casos, vacunas. También suelen ser más largos y, dependiendo del destino, requieren más planificación. Sin embargo, para mucha gente, la emoción de cruzar fronteras pesa más que la incomodidad de los trámites.
En cambio, los vuelos nacionales tienen una gran ventaja: la facilidad y rapidez. No necesitas pasaporte, el embarque es más simple, los vuelos son más cortos y los precios, en temporada baja, pueden ser bastante accesibles. Además, viajar dentro de tu propio país permite conocer mejor su cultura, gastronomía y paisajes. Achtungato piensa que muchos subestiman lo enriquecedor que puede ser recorrer su propio territorio.
Pero la realidad que él observa es que, cuando alguien tiene el dinero y el
tiempo, suele elegir el extranjero. Achtungato recuerda una conversación con un
amigo que le decía:
—Si voy a gastar una buena cantidad en un viaje, prefiero ir a un lugar
completamente diferente.
Y es un pensamiento común. La gente asocia el extranjero con algo más
“emocionante” o “valioso” que lo local, aunque no siempre sea así.
En sus propios viajes, Achtungato ha combinado ambos tipos de vuelos. Por ejemplo, hizo un viaje a Moscú con su esposa rusa, disfrutando de la experiencia de estar en un país con un clima, idioma y costumbres totalmente distintas. Pero también ha tenido escapadas rápidas a ciudades peruanas para disfrutar de la gastronomía y las fiestas locales. Él sabe que ambos tienen su encanto, pero reconoce que cuando habla con la mayoría, el brillo en los ojos aparece cuando dicen: “¡Me voy al extranjero!”.
Otro factor que influye es la presión social y las redes sociales. Publicar fotos en lugares icónicos del mundo como la Torre Eiffel, el Coliseo Romano o Times Square genera más reacciones y comentarios que mostrar una playa local, aunque esta sea igual o más hermosa. La percepción de “prestigio” que da un viaje internacional hace que muchos lo prioricen. Achtungato lo entiende, pero también cree que se pierden de muchas joyas dentro del país.
En términos económicos, hay algo curioso: para familias numerosas, a veces es más barato hacer un viaje nacional, pero aún así optan por salir al extranjero en cuanto pueden ahorrar lo suficiente. Esto se debe a que lo ven como una experiencia única, algo que no se puede hacer todos los días. Los vuelos nacionales, en cambio, parecen más “alcanzables” y por eso se postergan, pensando que se pueden hacer “en cualquier momento”, aunque en la práctica muchas veces nunca se hacen.
Achtungato también reflexiona sobre el impacto que esto tiene en la economía local. Si bien el turismo internacional es una entrada importante para muchos países, el turismo interno también sostiene gran parte de la economía de las regiones. Cuando la gente prefiere gastar su dinero en el extranjero, los destinos locales pierden oportunidades de desarrollo.
Personalmente, él trata de mantener un equilibrio. Sabe que viajar al extranjero es una experiencia enriquecedora que le ha permitido ampliar su visión del mundo, aprender de otras culturas y valorar más su propio país. Pero también considera que los vuelos nacionales tienen un valor enorme, sobre todo para descubrir rincones poco conocidos que a menudo superan las expectativas.
Achtungato ha notado que la tendencia de preferir vuelos internacionales se acentúa en generaciones más jóvenes, que han crecido con acceso a internet y redes sociales que constantemente muestran imágenes de destinos lejanos. Mientras que generaciones mayores tienden a valorar más los viajes internos, muchas veces por comodidad o por costumbre.
En el fondo, él cree que no se trata de elegir uno sobre otro, sino de entender que ambos ofrecen experiencias diferentes. Un vuelo nacional puede darte la calidez de tu propia cultura, sabores familiares y paisajes cercanos, mientras que un vuelo internacional te saca completamente de tu zona de confort y te obliga a adaptarte.
Eso sí, Achtungato reconoce que, en la mayoría de las conversaciones, si se le da a elegir a alguien entre un vuelo a una ciudad local y uno al extranjero por el mismo precio, la respuesta será casi automática: “¡Vamos al extranjero!”. Y no los culpa; él mismo, en más de una ocasión, ha tomado esa decisión.
La preferencia por lo internacional, piensa, tiene mucho que ver con la búsqueda de lo desconocido, lo diferente y lo que creemos más “exótico”. Y aunque a veces puede ser más caro, más largo y con más papeleo, la satisfacción que deja un viaje internacional, para muchos, compensa todo eso.
Sin embargo, Achtungato siempre aconseja a quienes solo miran hacia afuera que también reserven tiempo y presupuesto para conocer lo que tienen dentro. Al final, uno nunca sabe cuándo descubrirá un lugar que le sorprenda más que cualquier destino en otro país.
Y así, entre vuelos cortos dentro del territorio y viajes largos cruzando fronteras, Achtungato sigue explorando, convencido de que cada tipo de viaje tiene su momento y su razón. Pero también con la certeza de que, al menos para la mayoría, el brillo del extranjero seguirá siendo difícil de resistir.
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