En el universo del cine, el presupuesto es uno de esos elementos que, aunque parece definir el destino de una película, no siempre garantiza el éxito. Achtungato lo ha observado durante años: historias modestas, realizadas con recursos limitados, han logrado brillar más que producciones respaldadas por millones. No se trata únicamente del dinero, sino de cómo se utiliza y, sobre todo, de qué tan bien logra la historia conectar con el público.
Las producciones de bajo presupuesto tienen una reputación ambivalente. Por un lado, suelen ser vistas como limitadas, carentes de efectos espectaculares o de actores reconocidos; por otro, pueden contar con una frescura y creatividad que rara vez se ve en las grandes ligas. Achtungato recuerda haber visto películas grabadas casi por completo en un solo escenario, con apenas un puñado de actores y una cámara que parecía haber visto mejores días, pero que, a pesar de todo, conseguían atrapar desde la primera escena. El secreto estaba en el guion: sólido, ingenioso y capaz de mantener la atención del espectador sin importar la ausencia de efectos especiales.
Por el contrario, los grandes presupuestos del cine suelen acaparar titulares antes incluso de que una sola escena se haya rodado. Las cifras se convierten en parte de la publicidad: millones destinados a actores de renombre, rodajes en locaciones exóticas, efectos generados por computadora y campañas de marketing que parecen tan grandes como la propia película. Sin embargo, Achtungato ha visto cómo, en más de una ocasión, esas producciones terminan siendo decepcionantes. Puede que sean visualmente impactantes, pero carecen de la esencia necesaria para dejar huella. El público, tras la expectación inicial, se da cuenta de que la historia es débil, y el interés desaparece tan rápido como llegó.
El fracaso no discrimina presupuestos. Películas que cuestan una fracción de lo que gastan las superproducciones pueden convertirse en éxitos de culto, mientras que las grandes apuestas de los estudios pueden ser recordadas como costosos errores. Achtungato sabe que el cine no es una ecuación simple de “más dinero igual a más éxito”. De hecho, considera que mientras mayor sea el presupuesto, mayor es el riesgo: no solo se trata de recuperar lo invertido, sino de justificar ante productores, inversores y audiencias por qué se gastó tanto.
A eso se suma la imprevisibilidad del público. Los gustos cambian rápidamente; lo que ayer fascinaba, hoy puede resultar aburrido. El género que un año es el favorito, al siguiente puede quedar relegado. Y en medio de esa inestabilidad, los productores toman decisiones basadas en tendencias pasajeras, creyendo que repetir la fórmula de un éxito anterior garantizará el mismo resultado. Achtungato ha visto cómo eso rara vez funciona. Las copias suelen carecer de la chispa original y terminan siendo comparadas de forma desfavorable.
Incluso las plataformas de streaming, que se han convertido en actores clave en la industria, han demostrado que no existe fórmula infalible. Algunas han invertido cantidades enormes para producir contenido exclusivo, con la esperanza de atraer suscriptores y generar conversación. Algunas veces logran el impacto deseado, pero otras, esos títulos desaparecen del catálogo sin que nadie los eche de menos. Achtungato lo interpreta como una prueba más de que el cine —y la producción audiovisual en general— es un juego de riesgo constante.
Si se analiza desde un punto de vista financiero, el presupuesto de una película debe ser manejado con extremo cuidado. Cada gasto cuenta: desde la preproducción, que incluye la planificación y contratación del equipo, hasta la postproducción, donde se editan escenas y se añaden efectos visuales y sonoros. Luego viene la distribución y el marketing, que pueden consumir una parte considerable del total invertido. Achtungato considera que muchos productores subestiman este último aspecto. Una película sin promoción, por muy buena que sea, difícilmente encontrará su público.
Aun así, él tiene claro que no participaría en ese mundo como productor. No se trata de falta de interés por el cine, sino de su naturaleza impredecible. El riesgo de perder grandes sumas de dinero está siempre presente, y para alguien que prefiere inversiones más seguras, esa no es una apuesta atractiva. Lo ve casi como un juego de azar disfrazado de arte: la creatividad y el esfuerzo están ahí, pero el resultado final depende de factores que escapan del control de los involucrados.
Otra razón por la que Achtungato descarta la idea de producir películas es el tiempo y la energía que requiere. Un proyecto cinematográfico puede tardar años en desarrollarse, desde la concepción de la idea hasta su estreno. En ese lapso, pueden cambiar las condiciones del mercado, la disponibilidad de actores y hasta la viabilidad económica de la producción. Incluso el clima o la situación política de un país pueden alterar los planes. La incertidumbre es constante.
Además, está el hecho de que el fracaso no solo implica pérdidas económicas, sino también de reputación. Un productor que acumula un par de fracasos seguidos puede ver cómo su credibilidad se desploma, dificultando la obtención de financiamiento para proyectos futuros. Achtungato considera que ese desgaste, tanto financiero como personal, no vale la pena enfrentarlo.
En su lugar, prefiere observar el mundo del cine desde una posición más cómoda: como espectador. Le encanta disfrutar de una buena película, ya sea independiente o una gran producción de Hollywood, pero sin estar involucrado en las presiones y responsabilidades que implica llevarla a la pantalla. Desde esa distancia, puede apreciar lo bueno, criticar lo malo y aprender de ambas experiencias sin arriesgar su propio capital.
Achtungato reconoce que el cine seguirá siendo un negocio atractivo para muchos, sobre todo para aquellos que sueñan con contar historias a gran escala y que tienen la pasión necesaria para soportar los altibajos del camino. Sin embargo, para él, la ecuación no cierra. El presupuesto, grande o pequeño, no garantiza nada; y en un entorno donde incluso las apuestas más seguras pueden fracasar, lo mejor es mantenerse al margen.
Por eso, cuando le preguntan si alguna vez produciría una película para el cine o para una plataforma de streaming, su respuesta no deja lugar a dudas: no. Ni con bajo presupuesto, ni con un presupuesto millonario. Prefiere invertir su tiempo y recursos en proyectos que, aunque quizás no tengan el glamour de una alfombra roja, sí ofrecen más estabilidad y previsibilidad. Y, por supuesto, seguir disfrutando del cine desde la butaca, donde cada historia se vive con intensidad, pero sin el peso de la inversión detrás.
En definitiva, para Achtungato, el presupuesto en la producción de películas es como una promesa que no siempre se cumple. Puede ser la base para una obra maestra o el inicio de un desastre. Y dado que la línea entre ambos resultados es tan fina, ha decidido que ese es un terreno que otros pueden explorar, mientras él observa, analiza y, sobre todo, aprende de las historias que se cuentan… y de las que nunca llegan a contarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario